Santa Cruz - Lunes 28 de noviembre de 2011
Nacido artista de pura raza
Manuel Tegeiro, pintor sevillano afincado en Santa Cruz, cuenta con un don del que no es fácil desprenderse
SOL RINCÓN BOROBIA
Contra viento y marea, Manuel Tegeiro es artista. En el pasado, a pesar de los prejuicios sociales y de las prohibiciones familiares de su juventud, también fue artista. Y, en el futuro, con la crisis económica azontando el barco, seguirá siendo artista. Es algo así como el color de los ojos, un accesorio que viene de fábrica. El artista de verdad nace, no se hace. Se trata de un don del que no es fácil desprenderse. Es lo que opina, lo que siente y lo que ha experimentado a lo largo de los años.
Los años de Manuel Tegeiro han sido nómadas. Siempre viajando de aquí para allá, pisando mundo sin titubeos. Unas veces para actuar sobre los escenarios, otras para pintar lienzos. De ciudad en ciudad, de país en país, con micrófonos o pinceles.
Así, hasta que esa trashumancia finalizó en Santa Cruz de Tenerife, donde ha fijado su residencia, donde expone y vende sus cuadros y donde enseña a pintar desde hace más de 20 años en la asociación de vecinos de El Toscal.
El primer flechazo que le sobrevino de la cultura llegó a todo color, como en los grandes estrenos. Sin saber porqué, y desde que era un niño, en cuanto tenía un lápiz a su alcance se ponía a dibujar, no importaba dónde ni cuándo. Se abstraía de lo que le rodeaba y se concentraba en ese espacio en blanco tan molesto para sus ojos, en ese vacío que tenía que rellenar como fuera.
Pero el primer gran vacío importante al que se enfrentó Manuel fue al que le dejó su madre cuando murió. Él tenía 12 años y vivía en Sevilla. Su padre, una vez viudo, decidió enviarlo a un internado de Granada, ciudad donde reside su familia paterna y de la que su bisabuelo fue alcalde.
Entre los recuerdos que Manuel guarda de aquellos días de colegio, hay uno especial: los espacios en blanco. Otra vez aquellos espacios blancos entre los párrafos de los libros de clase. No podía evitarlo. Esos espacios vacantes, deshabitados, lo atraían de inmediato y sentía una necesidad imperiosa de darles vida. Sin remedio, se ponía a dibujar en las páginas, entre línea y línea, por los márgenes, en los bordes superior e inferior, por cualquier rincón que la tinta impresa hubiera dejado en paz. Dibujaba lo que se le ocurría, lo primero que se le viniera a la mente.
Pero cuando terminó el Bachiller no le resultó sencillo seguir los pasos que el corazón le dictaba. Sabía que tenía que elegir una carrera, pero no una cualquiera, sino una aceptable para su entorno social y familiar. Así que se matriculó en Derecho. Entonces tenía 17 años, había dejado atrás el internado, su padre se había vuelto a casar y todo parecía fluir.
Sin embargo, la buena intención con la que comenzó la carrera no fue suficiente. Los suspensos, enormes y redondos, no tardaron en llegar y solían rodar ladera abajo hasta toparse con la conciencia de Manuel. Un conciencia tozuda que le aconsejaba que no se engañara a sí mismo.
Cuando anunció a su familia que quería estudiar Bellas Artes en Sevilla, la paz se tornó en escándalo, y la tranquilidad de su padre en inquietud por el futuro de su hijo. Sentimientos muy diferentes a los de Manuel, que vio cómo su espíritu se engrandecía y todos sus instintos artísticos se hacían fuertes hasta reinar por completo allí donde hubiera un escenario o un lienzo virgen.
La primera vez que este pintor vino a Santa Cruz de Tenerife fue en 1957 para cumplir el servicio militar. Cerrado en banda a quedarse en el cuartel, prefirió alquilar una habitación en una pensión del centro y hacer una vida al margen de las armas y el adiestramiento. Incluso participó en el concurso del cartel del Carnaval del 58, llevándose el segundo premio tras un duro desempate. También conoció a un grupo de músicos con los que se alió para cantar.
De vuelta a Sevilla, siguió en el mundo de la música y pasó a llamarse Mario Vilches. Cantó con grandes orquestas, actuó encima de muchas tablas, dio al público espectáculo puro y recibió muchos aplausos. También grabó dos discos, uno de 45 revoluciones y un single. Una de las etapas que recuerda con más cariño es la que pasó encima de los escenarios de cruceros. Tampoco se olvida de los tres años que pasó actuando por Estados Unidos.
Sin embargo, mientras Mario Vilches triunfaba con su voz, Manuel Tegeiro no quería envejecer cantando. Por eso, a los 40 años paró en seco, retornó a los pinceles y volvió a Santa Cruz de Tenerife, donde tenía la posibilidad de ganarse la vida pintando retratos y donde le esperaba su destino.
Su sino le llegó justo en el momento en que se preparaba para hacer de nuevo las maletas y poner rumbo a Marbella. Con esa idea en la mente, y mientras hacía una serie de cuadros de magas canarias, de repente, uno de esos retratos se convirtió en su mujer.
La modelo, toscalera por los cuatro costados, conquistó el corazón del pintor, con el que se casó. Fue, tal vez, el último motivo para cantar. Después de 10 años alejado de la música, le llamaron para que diera una serie de actuaciones en un crucero por el mediterráneo y aprovechó la ocasión para convertir ese viaje en su luna de miel.
Y así fue como el pintor sevillano se pasó al bando chicharrero, donde sigue mano a mano con su arte. En El Toscal nunca le faltan alumnos. Muchos santacruceros quieren aprender de él. Sin embargo, Manuel lo tiene claro: Lo único que puede hacer es enseñar el oficio, la técnica, pero no crear genios. Para eso hay que nacer.
En cuanto a la música y al teatro, asegura que eso quedó atrás y que pertenece a una época ya pasada. Sin embargo, hay un detalle, un pequeño detalle, a tener en cuenta: "Muchas veces sueño que estoy actuando y se me olvida la letra de una canción o el papel de una obra". El artista, es artista siempre.
Me ha gustado mucho saber de tu vida ya sabes que aunque sea familiar mucho nos ha separado por la distancia y por papa que siempre ha sido muy 'el. muchos besos y esperamos verte pronto sino en Barna, o en Tenerife.Carlos y Maria Rosa.
ResponderEliminarGracias querida prima, muchas felicidades y ciertamente espero que nos encontrenos algún día no muy lejano... espero que esteis bien y muchos besos a todos,
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